
Cuando llegamos al albergue, repartimos
habitaciones y tras descansar un poquito disfrutando de la naturaleza que nos
rodeaba, comimos todos juntos en el comedor del albergue.
Después
de comer comenzaban las dinámicas, en la gymkana, los chavales divididos por “islas
de supervivientes” debían superar diferentes pruebas para conseguir los
distintos elementos de supervivencia que les permitirían acceder a la pista
final que les ayudaría a encontrar un tesoro escondido por los alrededores. El
grupo ganador recibió una dulce y
constructiva recompensa que compartieron con todos.
Mientras
la tarde parecía nublarse, aprovechamos las instalaciones del albergue para que
los más peques hicieran unos talleres súper chulos que los animadores habían
preparado, mientras los más mayores se entretenían con varios juegos de mesa
con los que se divirtieron chavales y animadores.
Tras
la tarde llegó la hora de cenar, donde, al calor del hogar, volvimos a
disfrutar todos juntos de un rato en familia.
Y
por fin la velada esperada por todos, un cluedo, donde los chavales tendrían
que adivinar qué personaje había matado al Sr Morgan, en qué estancia, y con
qué instrumento pero.. ¿Cómo?
Cada
monitor se disfrazó de un personaje diferente, y los chicos debían dirigirse a
los diferentes personajes ocultos en la oscuridad nocturna, para realizar la
prueba pertinente que les daría acceso a la información que necesitaban para ir
descubriendo el verdadero culpable de la muerte del Sr Morgan.
Solo
UN EQUIPO consiguió descubrir el verdadero culpable, las chicas de primero de
la ESO dieron con la respuesta precisa, ¡cómo se nota que se nos están haciendo
mayores!.
Después,
les dimos las buenas noches, y a dormir….
A
la mañana siguiente, por grupos de niveles, estuvimos trabajando la oración del
domingo con los chicos, en la que pudimos tratar los valores de la misma entre
silencios que nos permitían reflexionar para después compartir.
Tras
dejar todo el albergue recogidito y jugar a un largo e intenso “atrapa la
bandera” en el cual los monitores estuvieron súper participativos, comimos todos
juntos disfrutando la compañía de todos y cada uno.
Lamentablemente
se acercaba la hora de regresar a casa, y comenzamos el camino hacia la
estación, para coger el tren que nos trajo de vuelta a casa pero habiendo
vivido una vez más una experiencia única.
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